Pasado mañana inaugurarían la nueva presa y todo el
valle quedaría ahogado bajo el agua. Incluido el cementerio sobre el que dos
siluetas en la noche cavaban un hoyo.
-“Soy
de esos amigos que te ayudarían a esconder un cadáver; pero si me traicionas, recuerda: sé cómo
esconder un cadáver” –dijo la primera
silueta, la más alta.- ¿Recuerdas cuando me regalaste esa tarjeta de
cumpleaños?
-¡Ja ja
ja! ¿Cómo no recordarlo? Sobre todo
ahora –respondió la segunda silueta echando una palada de tierra fuera del
agujero. – Aunque te confieso que nunca pensé que tuviera que tomármelo al pie
de la letra.
-Ni yo
tampoco. Pero has demostrado ser el amigo más leal. No sabes hasta qué punto –dijo
la primera silueta en tono serio.
- ¡Ja ja
ja! Bueno, tampoco te pongas tan grave, ni que hubiera dado la vida por ti.
Además, te debía una.
-Sí, me
la debías –sopló una ráfaga de aire
gélido; la temperatura del lugar bajó uno o dos grados repentinamente. - Pero
la estás pagando con creces – se miraron el uno al otro. Una nube cruzó veloz
el cielo y apagó la luna durante unos momentos, dejando en la oscuridad los pensamientos
de los dos amigos. Pasó la ráfaga de viento, con ella la nube y la luna volvió
a brillar.
- Enterrar
el cadáver en un cementerio que pasado mañana será un pantano, confieso que es
genial. No se puede drenar un pantano y un buzo nunca podría excavar una tumba
bajo el agua. Me parece que ya casi estamos en paz.
-Ves,
te dije que sabía cómo esconder un cadáver, ¡ja ja ja! – Por un momento cambió
la expresión alegre y el tono de voz por otro más serio.-Gracias por confiar en
mí después de todo lo que pasó –mientras hablaba la segunda silueta (la más
baja de las dos) seguía excavando el agujero sin descanso, palada tras palada.-
Y por cierto, ya que estoy metido en
esto hasta el cuello, ¿me podrías decir ya quién es el muerto y dónde está el cadáver?
-
Claro, tienes razón, ya ha llegado el momento. Espera aquí. –La silueta más alta
se alejó por la alameda rodeada de cipreses que llevaba a la salida del
cementerio. Allí habían aparcado la furgoneta. A los pocos minutos volvía a aparecer.
-En lo
que ibas y venías he aprovechado para terminar el trabajo- dijo la silueta más
baja.- Y mira, he amontonado la tierra. Así será mucho más fácil volver a tapar
el agujero. Ahora ya sí que estaremos en
paz, ¿no? ¡Jajaja!
Un
brillo metálico danzó en la oscuridad un instante. –No.-Dijo la silueta alta.-
Enseguida se escuchó un ‘click’ seguido de una detonación. –Ahora sí. Gracias por ayudarme a esconder tu
cadáver.